Te levantas
y miras las previsiones, no pintan nada bien. Miras la cámara y aun peor. Pero
algo te dice: vete a mirar a la playa. Vas y desde el aparcamiento solo se ve
salir alguna muy pequeña y muy de vez en cuando...Y aun con todo calientas,
te metes en el agua, remas un poco y llegas al pico.
Llega
la primera que levanta un poco y te abre hasta la orilla, vuelves al pico llega
otra y de nuevo igual, otra y lo mismo. De repente las olas empiezan a levantar
más y más, y siguen abriendo y abriendo. Todo eso sumado a una sensación
de que poco a poco vas mejorando en tu surf, la convierten en un
perfecto regalo de cumpleaños.
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