Y es que después de dos días tremendamente estresantes en el trabajo, lo que
más me apetecía era meterme en el agua y relajarme, me daba igual las olas (que
casi no había), la marea, el tiempo...
Además me encontré con Cesar otro adicto a la salitrina (palabra que escuché
un día a otro surfer y me encantó). Él tampoco se lo piensa dos veces para
meterse en el agua y así entre mini serie y mini serie charlamos un buen rato,
¡¡un placer!!
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